lunes, 15 de marzo de 2021

«EL EVANGELIO DEL AMOR». Nueve miradas a la Pasión de Cristo


Esta propuesta quiere aunar tres elementos: ofrecer una alternativa viable de culto a las imágenes de la Pasión en esos días, ayudando a las cofradías y hermandades a cumplir, aunque de una forma extraordinaria, con los preceptivos cultos fijados en sus Estatutos, algo que en 2020 se frustró debido al confinamiento general; en segundo lugar, una función de evangelización, intentando atraer a las personas ofreciéndoles una alternativa diferente en una edición que será, sin duda, mucho más introspectiva; y en tercer lugar, dar a conocer nuestro patrimonio escultórico desde una visión diferente, más cercana y como quizás nunca se podrá volver a observar en plenitud.

La Santa Iglesia Catedral, por su distribución arquitectónica, permite ofrecer esta opción sin interferir para el culto ni el correcto tránsito de los fieles. En este templo tienen su sede siete hermandades que rinden culto a la Pasión. Existen siete capillas independientes donde se pueden colocar cada una de las piezas, respetando la Capilla Bautismal por su significado y función en la Misa Crismal y la Vigilia Pascual, y la Capilla de los Remedios por ser la ubicación de la Reserva del Señor Sacramentado en el Monumento el Jueves Santo. Se trata de una actividad de culto donde los fieles puedan contemplar las imágenes desde una visión más cercana. Para ayudar a la contemplación, a “mover corazones”, se incorporado una pequeña reflexión sobre la Pasión llevada a la actualidad, con especial atención a los necesitados, los inmigrantes, los que sufren…. descargables en teléfono móvil a través de código QR, de forma que se pueda realizar individualmente o, si la situación lo permitiera, en pequeños grupos.

jueves, 11 de marzo de 2021

9.- “STABAT MATER”

- Imagen del Stmo. Cristo de los Remedios (Atr. Rui Díaz de Argumedo, S. XVI); Ntra. Sra. de las Angustias (Gabriel de Astorga, C. 1863)

R.M.I.C. Cofradía de la Flagelación de Nuestro Señor Jesucristo, Ntra. Sra. de las Angustias y Stmo. Cristo de los Remedios.

Capilla del Carmen

Reflexión:

A los pies de la cruz, estaba de pie su Madre.

Su presencia nos indica que estaba en Jerusalén y que siguió de cerca la tragedia de la Pasión. Asistió a todo, lo escuchó todo, pisó sus pisadas hasta la cruz. En su agonía, en estos momentos extremos, a Jesús le queda la mirada de la Madre, en la que buscar refugio y consuelo. Traspasada por el dolor podría haber gritado, reclamado.... Todo lo contrario, la Madre permanece revestida de silencio y humildad, al pie de la cruz, convirtiéndose en testigo supremo de la confianza en Dios.

María nos enseña con delicadeza y ternura a estar junto a la “Cruz de Jesús”. Nos muestra que lo verdaderamente importante no es estar junto a la cruz en general, sino junto a la “Cruz de Jesús”. Lo decisivo, lo que cuenta, es vivir el sufrimiento en unión con Cristo. Ella cooperó especialmente en la obra del Salvador, con la obediencia y la fe. María al pie de la cruz es Madre del Silencio y de la Humildad, pero también Madre de la Esperanza.

Y aunque nosotros seguimos ensimismados en el drama de la pandemia, la mayoría de la humanidad vive crucificada por la miseria, por la enfermedad, el hambre y la escasez de agua. El crucificado da sentido a todos los crucificados de la historia que son víctimas de la violencia, la codicia y el odio. Por eso a los pies de la Cruz, se abre paso la esperanza, proclamando que el sufrimiento no es absurdo, sino que tiene un sentido, porque después de la muerte habrá resurrección.

Agonizas clavado en la cruz, pero tienes palabras para tu Madre y para el discípulo amado: “¡Mujer, ahí tienes a tu hijo!” y “¡Hijo, ahí tienes a tu madre!”. Ya no estamos solos, tenemos una Madre.

8.- “TODO ESTÁ CUMPLIDO”

- Imagen del Stmo. Cristo de Burgos (Ezequiel de León, 1987)

Hermandad de Ntra. Sra. de la Cinta y Stmo. Cristo de Burgos

Sillería del Coro

Reflexión:

Clavado en la cruz, pendiendo entre el cielo y la tierra, agonizó durante horas. Abandonado por todos, se siente también abandonado por el Padre de bondad y misericordia, una terrible y última tentación invade su espíritu. Después de haber experimentado la profunda intimidad con el Padre todo cariño y ternura, Jesús pasa por el infierno de la ausencia de Dios. El silencio de Dios. Jesús se encuentra desnudo, impotente, totalmente vacío ante un Padre que calla revelando todo su Misterio. No tiene a quién agarrarse. “Dios mío Dios mío ¿por qué me has abandonado?”. Jesús está al borde de la desesperanza.

Con qué dureza hemos experimentado a lo largo de estos meses, el implacable silencio de Dios. Hemos visto morir ancianos en la soledad del hospital, en el triste aislamiento de la casa y en residencias de muros cerrados a sangre y fuego. Y Dios calla. Hemos visto a nuestros abuelos, nuestros padres y madres, afrontar su muerte condenados al silencio y la soledad, arrancados de la ternura de la familia. Y Dios calla. Hemos visto con dolorosa claridad, el descarte brutal que esta sociedad aplica a nuestros mayores. Una verdadera experiencia de cruz, un verdadero viernes santo.

A pesar de haberse puesto el sol en el horizonte, Jesús continúa confiando en el Padre.  Por eso grita con voz potente: “¡Padre mío, Padre mío! “En el punto más crítico, Jesús se entrega al Misterio de Dios, a la esperanza más allá de cualquier seguridad. No tiene ningún apoyo en sí mismo, solo en Dios, ahora escondido. Donde abundó la desesperanza, sobreabundó también la esperanza. Y sus últimas palabras muestran su entrega total a Dios, no resignada y fatal, sino libre: “Padre, en tus manos entrego mi espíritu”. “Todo está consumado “.

7.- “EL AMOR MISERICORDIOSO DE DIOS”

- Imagen del Stmo. Cristo Capitular, vulgo del Amor Misericordioso (Fernando Estévez, 1828); La Magdalena (Fernando Estévez, C.1809)

Hermandad del Stmo. Cristo del Amor Misericordioso

Capilla de Santa Bárbara

Reflexión:

Jesús cuelga de la cruz, con la cabeza coronada de espinas abatida sobre el pecho. Su costado ha sido desgarrado, por la lanza del soldado. Nos sentimos abrumados por el desaliento ante lo que parece un fracaso, pero en realidad estamos ante una victoria, porque lo viejo ha pasado y una nueva vida comienza. Dios en la cruz reconcilia al mundo consigo y ahí comienza la Redención.

Toda la vida de Jesús fue un progresivo despojo de sí mismo que culmina en la entrega de la vida en la cruz. Por amor a cada uno de nosotros. Por amor a ti. Amor infinito y generoso que no busca reconocimiento ni respuesta. El amor misericordioso que clama “Padre, perdónales porque no saben lo que hacen”.

Seguir a Jesús es tomar la cruz, sabiendo que es nuestro camino hacia la auténtica libertad. “El que quiera seguirme, no se busque sí mismo y cargue con su cruz”.  Esto implica retirar la mirada de mí mismo y ponerla en el otro. Cada vez amar mejor y confiar en medio de la dificultad. Experimentar dolor y pena por no haber amado más, por no haber respondido al Señor, por haber pecado.

El amor misericordioso de Dios todo lo transforma, por su sangre y agua renacemos a una vida nueva.

“Alma de Cristo, santifícame, Cuerpo de Cristo, sálvame, Sangre de Cristo embriágame. Agua del costado de Cristo lávame. Pasión de Cristo, confórtame. ¡Oh, buen Jesús!, óyeme. Dentro de tus llagas escóndeme. No permitas que me aparte de ti. Del maligno enemigo defiéndeme. En la hora de mi muerte, llámame. Y mándame ir a Ti. Para que con tus santos te alabe. Por los siglos de los siglos. Amén”

6. “CAMINO DEL CALVARIO”

- Imagen de Ntro. Padre Jesús Nazareno (Taller valenciano, 1900)

Cofradía de Ntro. Padre Jesús Nazareno y Ntra. Sra. de la Soledad (La Salle)

Capilla de San José

Reflexión:

Jesús sigue adelante en la hora de la Pasión, ahora cargado con su propia cruz. Camina con la dignidad del que libremente se ha entregado a la voluntad de Padre. Sostiene la cruz sin desfallecer a pesar de sus pocas fuerzas. Azotado, abofeteado y humillado, avanza hasta el lugar donde será clavado para dar la vida por todos, el calvario. En ese siniestro destino de las afueras de la ciudad, entre criminales, será ajusticiado. Qué final tan injusto para el Maestro que gastó su vida haciendo el bien, proclamando la buena noticia del Amor, terminar ahora arrastrado con la cruz como un vulgar criminal.

Qué injusto también lo que hoy padecen tantos hermanos nuestros aparcados en los bordes de los caminos por esta crisis sanitaria inesperada. Tantas personas que pierden su hogar, familias que de improviso se quedan sin sustento, familias que por vez primera conocen la precariedad. Tantos pequeños empresarios y negocios que ven expropiada su forma de vida, sin ayudas, sin compensaciones, sin comprensión. Tantos trabajadores preparados que queriendo trabajar se encuentran atrapados en medio de esta trampa de incertidumbres que no parece terminar. Con su cruz, también ellos te acompañan en dirección al clavario, te ayudan con la carga que llevas sobre tus hombros Señor.

Ayudemos a cargar la cruz de los demás, los que contamos aún con fuerzas, atendiendo al mandamiento del Amor. Caminemos a tu lado, como el Cireneo, aliviando el dolor de los hermanos que sufren injusticias en nuestra comunidad, en nuestras ciudades o en otros países injustamente tratados. Al abrazar la cruz contigo, sabemos que no estamos solos, por pesada y dura que parezca. Confiamos en Ti, esperamos en Ti.

5.- “ECCE HOMO”

- Imagen del Ecce Homo o Señor de la Cañita (Ezequiel de León, 1964)

M.A.V. Hermandad de la Sangre de Cristo y la Santa Cruz

Capilla de la Virgen de Candelaria

Reflexión:

Pilatos se lava las manos y muestra a la multitud un Jesús maltrecho e irreconocible. “He aquí el hombre”. Es entregado a una muchedumbre hostil y agasajado con burlas con atributos reales: la corona de espinas, el manto y su cetro. El que entrara como un rey en Jerusalén, se desvela, ante los hombres, destruido y deforme, casi irreconocible, provocando una repulsa que hace que todos aparten la mirada.

También a nosotros nos cuesta sostener la mirada a muchos hermanos doloridos. Esquivamos nuestros ojos de rostros desencajados que cada día salen a nuestro encuentro y cerramos nuestros oídos al clamor de seres humanos maltrechos que viven a nuestro lado. Olvidamos que en cada uno de ellos habita el Rostro del Señor condenando y con nuestra cobardía les arrojamos al silencio y la soledad.

En medio de este mundo aparentemente autosuficiente, urgen nuestras voces como cristianos, que logren darles visibilidad, que se alcen denunciando viejos y nuevos dolores de la sociedad y tantas injusticias. Que, con firmeza y paciencia, reclamen atención sobre los rostros deformes y deteriorados que habitan nuestras calles o se esconden en la oscura marginalidad. Voces creyentes que logren que el mundo no olvide, que logren que sea visible el rostro concreto del dolor.

Señor danos tu mirada y no permitas que apartemos los ojos de los maltrechos de la vida que pones en nuestro camino. Que sepamos ver en ellos la presencia misteriosa del Rey del Universo.

4.- “SUPRA DORSUM MEUM”


 - Imagen del Señor atado a la Columna (Taller de Filippo Parodi, C. 1756)

R.M.I.C. Cofradía de la Flagelación de Nuestro Señor Jesucristo, Ntra. Sra. de las Angustias y Stmo. Cristo de los Remedios.

Capilla del Señor atado a la Columna

Reflexión:

Ignorante de los planes de Dios, Pilatos se acobarda y se deja arrastrar por la plebe. Jesús es condenado al tormento de la flagelación y entregado a manos de los verdugos. Despojado de sus ropajes, ultrajado y atado a la columna, Jesús ofrece voluntariamente la espalda, al inmerecido castigo. Con cada golpe, con cada desgarro y laceración, con cada herida, Jesús entrega su cuerpo en oblación por nosotros. Abraza uno por uno los sufrimientos del hombre, se asocia a sus dolores para redimirlos.

Dar la vida por los demás es ganarla y multiplicarla. En el corazón de cada uno de nosotros hay una capacidad inimaginable de entrega y compromiso, de dar sin buscar recompensa, de amar sin condiciones. Durante las horas más críticas de la pandemia, hemos contemplado la entrega generosa de muchos hermanos que, saltándose los límites de su profesión, ofrecieron todo por los enfermos. Aplaudimos y celebramos a personas corrientes, que por encima del pavor y de la muerte, pusieron por delante la vida, la seguridad y el bienestar de sus pacientes, incluso en su última hora.

Hermanos nuestros, vecinos, compañeros, conocidos que, como Jesús, ofrecieron su espalda por los demás. Auxiliaron, acompañaron, lloraron, e incluso muchos, llegaron a enfermar y morir, como Jesús. Pero también hubo mucho agradecimiento, porque en medio del dolor indescriptible de hospitales desbordados, se derramó fortaleza y bondad, y brotó una colaboración excepcional que unió a todos con un solo propósito. Extraordinarias experiencias de entrega que han multiplicado la vida, conteniendo aprendizajes que serán imprescindibles para nuestro futuro.

3. “EL DOLOR DE UNA MADRE”


- Imagen de Ntra. Sra. de la Soledad (José Rodríguez de la Oliva, S. XVIII)

Cofradía de Ntro. Padre Jesús Nazareno y Ntra. Sra. de la Soledad (La Salle)

Deambulatorio – Baldaquino de Ntra. Sra. de los Remedios

Reflexión:

En los pasos de Jesús por esta tierra, siempre estuvo cerca su madre. Entregada por entero al cuidado de su Hijo, María colaboró activamente en la obra de la Salvación que se le había anunciado. Desde el primer día, con su Hágase, se abandonó enteramente a la voluntad de Dios. La Madre fue peregrinando entre penumbras, por los caminos de la Fe. Guardó y meditó en el corazón todos los acontecimientos y las respuestas que no acababa de entender de aquel Hijo de sus entrañas. 

Y ahora, en este momento trágico de la Pasión, la Madre sufre con el Hijo los dolores de su entrega por todos nosotros. Tantas promesas de un nuevo reino, tantas esperanzas para los pobres y humillados, se vienen abajo en el horror del Calvario. Todo es oscuridad, todo es soledad. Pero María sigue caminando tras Él, sabiendo que Dios está detrás de los acontecimientos.

En el dolor de María, está el desgarro de tantas madres que ven impotentes sufrir a sus hijos por las mil desventuras de la vida. Madres de hijos que migran hacia futuros inciertos, hacia territorios hostiles, a menudo hacia la muerte. Madres de hijos con sus vidas en suspenso, sin trabajo, atenazados por la droga y tantas adicciones, hijos arrojados a los márgenes de la sociedad. Madres de hijos e hijas entregadas a la esclavitud de estos tiempos, tratados a fuego por quienes deberían protegerles. Madres de hijos diferentes, de hijos enfermos, que suben la cuesta de la vida aplastadas por la carga.

María las envuelve y acompaña en su soledad. Pedimos que la Madre las cubra con su manto en este trayecto de dolor, de abandono en las manos de Dios, hasta que amanezca la esperanza.

2.- “AMAOS COMO YO OS HE AMADO”


Imágenes de la Santa Cena

- Cristo y apostolado (Antonio de Orbarán, S. XVII); Santiago, y San Pedro (José Luján Pérez, S. XIX)

Venerable Hermandad del Santísimo Sacramento

Capilla de la Inmaculada

Reflexión:

Contemplamos, en este Triduo Pascual, la institución de la Eucaristía. Un momento de trascendencia inabarcable. Nuestro Señor se dona en el mayor acto de amor para ser nuestro alimento en forma de Pan y Vino. Alimento para la vida eterna. De esta manera, Él se queda con nosotros para siempre, todos los días de nuestra vida, hasta el fin del mundo. No es un acontecimiento que pertenezca a la memoria, no es una historia del pasado que evocamos como recuerdo. Es Jesús mismo, vivo, que, en su cuerpo y su sangre, nos acompaña, nutre y transforma. Jesús Eucaristía nos regala una intimidad con Dios que, nunca, antes, el hombre habría podido imaginar.

Como un regalo misteriosamente unido a la Eucaristía, el Señor nos entrega a los sacerdotes, para guiarnos en nuestra vida como cristianos. Pastores de un rebaño que aspira a ser luminosa comunidad en medio del mundo. Durante el periodo de confinamiento vivimos de forma dolorosa la necesidad de la Eucaristía y de los pastores, tras semanas de ayuno eucarístico. Pero también agradecimos la preciosa experiencia de sentirnos comunidad universal a través de las pantallas, con nuestros pastores reinventados y disponibles y el Señor acompañándonos desde el Sagrario.

Con Él a nuestro lado, avanzamos por las sendas del mandamiento del AMOR, hecho entrega y servicio. El mandamiento cumbre de su mensaje: “Amaos los unos a los otros como yo os he amado”. Qué misión tan apasionante Señor, ser también nosotros pan para los hermanos en un mundo complicado e injusto. Qué insignificantes y frágiles nos sentimos ante la crueldad de esta pandemia, cuanta frustración ante la dureza del dolor de los más pobres, de los que ni siquiera se habla. Pero aquí estás Tú, alimentándonos, para que también nosotros seamos pan para los últimos, amando como Tú lo hiciste, hasta dar la vida.

1.- “HOSANNA”

 Imágenes de la Entrada Triunfal de Jesús en Jerusalén.

- Cristo (José Rodríguez de la Oliva, S. XVIII); San Andrés (anónimo tinerfeño, S. XVIII); La Magdalena, San Pedro, Niño Hebreo y Burro (Ezequiel de León, años 70 del S. XX).

Hermandad de la Entrada Triunfal de Jesús en Jerusalén y Stmo. Cristo Predicador.

Capilla de Santa Teresa

Reflexión:

Llegó la hora. En medio de una jornada deslumbrante por el reconocimiento de Jesús como Rey, se anticipan los días oscuros de la Pasión. Jesús sube a Jerusalén para entregar la vida. Sus discípulos no lo entienden, incluso Pedro, se niega expresamente a aceptarlo. No ven el verdadero significado de lo que acontece, y se mantienen, a la espera de un Mesías que restaure el poder de Israel.

En estos tiempos difíciles también encontramos contrastes incomprensibles. Sufrimos golpes inesperados y la incertidumbre nos acorrala. Padecemos en la salud y en la economía; vemos, cómo nuestra forma de vivir se resquebraja y a veces sentimos que nos hundimos. Acontecimientos con significados difíciles de desentrañar. Pero por la Fe sabemos que también, hoy, podemos aclamar al Señor, porque sabemos que Él entra en nuestras vidas, nos acompaña en el dolor y lo transforma llenándolo de significado ¡Hosanna al hijo de David! ¡Sálvanos! Porque Él saca la mejor versión de cada uno y nos fortalece para afrontar cualquier circunstancia. ¡Cómo no celebrar la entrada de Jesús en nuestras vidas! ¡Hosanna a nuestro Rey!

El Maestro entra solemnemente en Jerusalén sobre una humilde montura. Esta pandemia ha puesto de relieve ante el mundo a todos aquéllos que, desde la humildad de su servicio, han resultado esenciales. Trabajos sencillos, rutinarios, aparentemente insignificantes, se han desvelado como claves para nuestra supervivencia. Cuantos ejemplos de trabajadores modestos, incluso pobres, que han hecho de su trabajo esforzado una verdadera donación a la comunidad. Su inesperada visibilidad nos ha mostrado que todos somos necesarios, que todos somos uno, que solo nos salvamos juntos. Preciosos testimonios en estos tiempos sombríos, que renuevan nuestra alabanza y gratitud al Señor ¡Hosanna!