- Imagen del Ecce Homo o Señor de la Cañita (Ezequiel de León, 1964)
M.A.V. Hermandad de la Sangre de Cristo y la Santa Cruz
Capilla de la Virgen de Candelaria
Reflexión:
Pilatos se lava las manos y muestra a la multitud un Jesús maltrecho e irreconocible. “He aquí el hombre”. Es entregado a una muchedumbre hostil y agasajado con burlas con atributos reales: la corona de espinas, el manto y su cetro. El que entrara como un rey en Jerusalén, se desvela, ante los hombres, destruido y deforme, casi irreconocible, provocando una repulsa que hace que todos aparten la mirada.
También a nosotros nos cuesta sostener la mirada a muchos hermanos doloridos. Esquivamos nuestros ojos de rostros desencajados que cada día salen a nuestro encuentro y cerramos nuestros oídos al clamor de seres humanos maltrechos que viven a nuestro lado. Olvidamos que en cada uno de ellos habita el Rostro del Señor condenando y con nuestra cobardía les arrojamos al silencio y la soledad.
En medio de este mundo aparentemente autosuficiente, urgen nuestras voces como cristianos, que logren darles visibilidad, que se alcen denunciando viejos y nuevos dolores de la sociedad y tantas injusticias. Que, con firmeza y paciencia, reclamen atención sobre los rostros deformes y deteriorados que habitan nuestras calles o se esconden en la oscura marginalidad. Voces creyentes que logren que el mundo no olvide, que logren que sea visible el rostro concreto del dolor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario