jueves, 11 de marzo de 2021

8.- “TODO ESTÁ CUMPLIDO”

- Imagen del Stmo. Cristo de Burgos (Ezequiel de León, 1987)

Hermandad de Ntra. Sra. de la Cinta y Stmo. Cristo de Burgos

Sillería del Coro

Reflexión:

Clavado en la cruz, pendiendo entre el cielo y la tierra, agonizó durante horas. Abandonado por todos, se siente también abandonado por el Padre de bondad y misericordia, una terrible y última tentación invade su espíritu. Después de haber experimentado la profunda intimidad con el Padre todo cariño y ternura, Jesús pasa por el infierno de la ausencia de Dios. El silencio de Dios. Jesús se encuentra desnudo, impotente, totalmente vacío ante un Padre que calla revelando todo su Misterio. No tiene a quién agarrarse. “Dios mío Dios mío ¿por qué me has abandonado?”. Jesús está al borde de la desesperanza.

Con qué dureza hemos experimentado a lo largo de estos meses, el implacable silencio de Dios. Hemos visto morir ancianos en la soledad del hospital, en el triste aislamiento de la casa y en residencias de muros cerrados a sangre y fuego. Y Dios calla. Hemos visto a nuestros abuelos, nuestros padres y madres, afrontar su muerte condenados al silencio y la soledad, arrancados de la ternura de la familia. Y Dios calla. Hemos visto con dolorosa claridad, el descarte brutal que esta sociedad aplica a nuestros mayores. Una verdadera experiencia de cruz, un verdadero viernes santo.

A pesar de haberse puesto el sol en el horizonte, Jesús continúa confiando en el Padre.  Por eso grita con voz potente: “¡Padre mío, Padre mío! “En el punto más crítico, Jesús se entrega al Misterio de Dios, a la esperanza más allá de cualquier seguridad. No tiene ningún apoyo en sí mismo, solo en Dios, ahora escondido. Donde abundó la desesperanza, sobreabundó también la esperanza. Y sus últimas palabras muestran su entrega total a Dios, no resignada y fatal, sino libre: “Padre, en tus manos entrego mi espíritu”. “Todo está consumado “.

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