- Imagen del Stmo. Cristo de los Remedios (Atr. Rui Díaz de Argumedo, S. XVI); Ntra. Sra. de las Angustias (Gabriel de Astorga, C. 1863)
R.M.I.C. Cofradía de la Flagelación de Nuestro Señor Jesucristo, Ntra. Sra. de las Angustias y Stmo. Cristo de los Remedios.
Capilla del Carmen
Reflexión:
A los pies de la cruz, estaba de pie su Madre.
Su presencia nos indica que estaba en Jerusalén y que siguió de cerca la tragedia de la Pasión. Asistió a todo, lo escuchó todo, pisó sus pisadas hasta la cruz. En su agonía, en estos momentos extremos, a Jesús le queda la mirada de la Madre, en la que buscar refugio y consuelo. Traspasada por el dolor podría haber gritado, reclamado.... Todo lo contrario, la Madre permanece revestida de silencio y humildad, al pie de la cruz, convirtiéndose en testigo supremo de la confianza en Dios.
María nos enseña con delicadeza y ternura a estar junto a la “Cruz de Jesús”. Nos muestra que lo verdaderamente importante no es estar junto a la cruz en general, sino junto a la “Cruz de Jesús”. Lo decisivo, lo que cuenta, es vivir el sufrimiento en unión con Cristo. Ella cooperó especialmente en la obra del Salvador, con la obediencia y la fe. María al pie de la cruz es Madre del Silencio y de la Humildad, pero también Madre de la Esperanza.
Y aunque nosotros seguimos ensimismados en el drama de la pandemia, la mayoría de la humanidad vive crucificada por la miseria, por la enfermedad, el hambre y la escasez de agua. El crucificado da sentido a todos los crucificados de la historia que son víctimas de la violencia, la codicia y el odio. Por eso a los pies de la Cruz, se abre paso la esperanza, proclamando que el sufrimiento no es absurdo, sino que tiene un sentido, porque después de la muerte habrá resurrección.