EXPERIENCIA HUMANA
«Dos hombres avanzan juntos por un camino. Uno de ellos está convencido de que la ruta conduce a la ciudad celeste, mientras que el otro opina que no conduce a ninguna parte; pero como no hay otro camino, viajan juntos. Ninguno de los dos ha recorrido jamás ese itinerario; por ello, ninguno puede decir qué hallarán a la vuelta de cada curva. Durante el viaje viven momentos fáciles y gozosos, pero también momentos difíciles y peligrosos. Durante todo el tiempo, uno de ellos piensa el viaje como una peregrinación a la ciudad celeste. Interpreta los momentos agradables como estímulos, y los obstáculos, como pruebas de su propósito y lecciones de perseverancia, preparadas por el rey de aquella ciudad y destinadas a hacer de él un habitante digno del lugar al que se encamina. Pero el otro no cree nada de esto y considera el viaje como una marcha inevitable y sin objetivo. Dado que no hay opción, disfruta del bien y soporta el mal. Para él no existe ninguna ciudad celeste que alcanzar ni una finalidad que dé sentido a su viaje: existe sólo el camino y las vicisitudes del camino en el buen tiempo y en el malo. Los caminantes no tienen distintas expectativas sobre las cosas que encontrarán en el camino, sino únicamente en su último destino. Al volver la última curva es cuando se verá que uno ha tenido razón todo el tiempo y el otro ha estado siempre equivocado» O. HICK, Philosophy 01 Religíon).
“Un dolor curado, justifica toda la vida de un médico”, afirmaba Marañón. Ese es el sentido y la finalidad de la profesión médica. El problema, en nuestros días, es que con demasiada frecuencia una vez calmado el dolor quedan preguntas abiertas sobre el sufrimiento que se pretenden resolver por la misma vía que las del dolor. No es lo mismo preguntar ¿por qué me duele? que ¿por qué sufro? La visita al enfermo no es sólo cuestión de acordarse de él. Es también ofrecerse a caminar juntos ese camino en busca de una respuesta al sufrimiento.
EXPERIENCIA CRISTIANA
La visita a los enfermos se fundamenta en la palabra y obra del Señor, una de cuyas actividades fundamentales fue la curación de enfermos. Jesús cura las enfermedades, morales y biológicas, y perdona los pecados para romper la nefasta dependencia entre pecado y enfermedad y manifestar que llega, con la salvación, el reino de Dios. La curación de los enfermos entraña en Jesús una lucha contra la enfermedad con un exquisito amor al enfermo. Para los creyentes la ayuda y acompañamiento al enfermo se deriva del ministerio de la caridad, no del carisma de curación. La visita a los enfermos entonces tiene su fuerza en la evangelización mediante palabras y hechos del mensaje esperanzador y gozoso cristiano. Evidentemente, es una evangelización adaptada al mundo de los enfermos, sin presiones (con libertad religiosa), con tacto (sin disimulos vergonzantes), con realismo (la enfermedad es un mal) y de forma personal (con atención exquisita) y comunitaria (con el ágape eficaz de la comunidad o del grupo apostólico).
«Dos hombres avanzan juntos por un camino. Uno de ellos está convencido de que la ruta conduce a la ciudad celeste, mientras que el otro opina que no conduce a ninguna parte; pero como no hay otro camino, viajan juntos. Ninguno de los dos ha recorrido jamás ese itinerario; por ello, ninguno puede decir qué hallarán a la vuelta de cada curva. Durante el viaje viven momentos fáciles y gozosos, pero también momentos difíciles y peligrosos. Durante todo el tiempo, uno de ellos piensa el viaje como una peregrinación a la ciudad celeste. Interpreta los momentos agradables como estímulos, y los obstáculos, como pruebas de su propósito y lecciones de perseverancia, preparadas por el rey de aquella ciudad y destinadas a hacer de él un habitante digno del lugar al que se encamina. Pero el otro no cree nada de esto y considera el viaje como una marcha inevitable y sin objetivo. Dado que no hay opción, disfruta del bien y soporta el mal. Para él no existe ninguna ciudad celeste que alcanzar ni una finalidad que dé sentido a su viaje: existe sólo el camino y las vicisitudes del camino en el buen tiempo y en el malo. Los caminantes no tienen distintas expectativas sobre las cosas que encontrarán en el camino, sino únicamente en su último destino. Al volver la última curva es cuando se verá que uno ha tenido razón todo el tiempo y el otro ha estado siempre equivocado» O. HICK, Philosophy 01 Religíon).
“Un dolor curado, justifica toda la vida de un médico”, afirmaba Marañón. Ese es el sentido y la finalidad de la profesión médica. El problema, en nuestros días, es que con demasiada frecuencia una vez calmado el dolor quedan preguntas abiertas sobre el sufrimiento que se pretenden resolver por la misma vía que las del dolor. No es lo mismo preguntar ¿por qué me duele? que ¿por qué sufro? La visita al enfermo no es sólo cuestión de acordarse de él. Es también ofrecerse a caminar juntos ese camino en busca de una respuesta al sufrimiento.
EXPERIENCIA CRISTIANA
La visita a los enfermos se fundamenta en la palabra y obra del Señor, una de cuyas actividades fundamentales fue la curación de enfermos. Jesús cura las enfermedades, morales y biológicas, y perdona los pecados para romper la nefasta dependencia entre pecado y enfermedad y manifestar que llega, con la salvación, el reino de Dios. La curación de los enfermos entraña en Jesús una lucha contra la enfermedad con un exquisito amor al enfermo. Para los creyentes la ayuda y acompañamiento al enfermo se deriva del ministerio de la caridad, no del carisma de curación. La visita a los enfermos entonces tiene su fuerza en la evangelización mediante palabras y hechos del mensaje esperanzador y gozoso cristiano. Evidentemente, es una evangelización adaptada al mundo de los enfermos, sin presiones (con libertad religiosa), con tacto (sin disimulos vergonzantes), con realismo (la enfermedad es un mal) y de forma personal (con atención exquisita) y comunitaria (con el ágape eficaz de la comunidad o del grupo apostólico).
EXPRESIÓN DE FE
Atrévete a visitar a algún/a enfermo/a que sea cercano a ti o visita un centro de mayores. Por otro lado, ¿cuidamos a los enfermos de nuestra familia? Pero antes de eso, recemos por los enfermos, en especial, aquellos que conocemos:
Señor Jesús, aquel (aquella) a quien amas está enfermo (a). Tú lo puedes
todo; te pido humildemente que le devuelvas la salud. Pero, sin son
otros tus designios, te pido le concedas la gracia de sobrellevar
cristianamente su enfermedad. En los caminos de Palestina tratabas a los
enfermos con tal delicadeza que todos venían a ti, dame esa misma
dulzura, ese tacto que es tan difícil de tener cuando se está sano.
Que yo sepa dominar mi nerviosismo para no agobiarle, que sepa sacrificar una parte de mis ocupaciones para acompañarles, si es su deseo.
Yo estoy lleno de vida, Señor, y te doy gracias por ello. Pero haz que el sufrimiento de los demás me santifique, formándome en la abnegación y en la caridad. Amén
Dialoga en grupo
¿Qué es lo que más me preocupa en la visita del enfermo: su dolor o su sufrimiento? ¿Ofrezco mi persona y mi fe para acompañar a la persona enferma? ¿Cómo poder hacer de la visita del enfermo un ejercicio de caridad y de evangelización?
Oración
(Campaña del enfermo 2016)
María, Divina Enfermera,
cuida mi cuerpo y mi alma:
en el dolor, sosiégame;
en la soledad, acompáñame;
en el miedo, alienta mi confianza.
María de Caná,
alegra mis días.
En la oscuridad, ilumina mi fe;
en la debilidad, impulsa mi ánimo;
en la desesperación, sostén mi esperanza
y hazme testigo del amor de Dios.
Madre de la Misericordia,
si mi vida se apaga,
intercede por mí ante tu Hijo,
vencedor de la muerte,
y cógeme en tus brazos,
Virgen de la ternura.
Que yo sepa dominar mi nerviosismo para no agobiarle, que sepa sacrificar una parte de mis ocupaciones para acompañarles, si es su deseo.
Yo estoy lleno de vida, Señor, y te doy gracias por ello. Pero haz que el sufrimiento de los demás me santifique, formándome en la abnegación y en la caridad. Amén
Dialoga en grupo
¿Qué es lo que más me preocupa en la visita del enfermo: su dolor o su sufrimiento? ¿Ofrezco mi persona y mi fe para acompañar a la persona enferma? ¿Cómo poder hacer de la visita del enfermo un ejercicio de caridad y de evangelización?
Oración
(Campaña del enfermo 2016)
María, Divina Enfermera,
cuida mi cuerpo y mi alma:
en el dolor, sosiégame;
en la soledad, acompáñame;
en el miedo, alienta mi confianza.
María de Caná,
alegra mis días.
En la oscuridad, ilumina mi fe;
en la debilidad, impulsa mi ánimo;
en la desesperación, sostén mi esperanza
y hazme testigo del amor de Dios.
Madre de la Misericordia,
si mi vida se apaga,
intercede por mí ante tu Hijo,
vencedor de la muerte,
y cógeme en tus brazos,
Virgen de la ternura.
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