En la mañana del sábado 25 de octubre, se ha verificado la toma de posesión del
nuevo Deán del Cabildo de la Santa Iglesia Catedral, D. Domingo Navarro Mederos. Realizó el juramento de fidelidad, ocupó la sede y, posteriormente,
presidió la Eucaristía en la que concelebraron el resto de los
canónigos.
Recogemos su homilía a continuación:
"Queridos hermanos canónigos, queridas hermanas y hermanos, en el Señor:
Tres invitaciones podemos acoger en la Palabra de Dios proclamada y escuchada: Edificar el cuerpo de Cristo… celebrar con gozo el nombre del Señor…. responder con frutos de conversión…
Edificar el cuerpo de Cristo… El Apóstol Pablo nos invita a edificar el cuerpo de Cristo, a construir la comunidad en la unidad de una misma fe y en el conocimiento de Cristo, hacia la madurez de vida en Cristo. Es como si nos dijera, “todos a una”, poniendo cada uno su parte, su fuerza, sus dones, su persona.
Celebrar con gozo el nombre del Señor…. ¡Vayamos alegres a la casa del Señor!, Celebremos el nombre del Señor con alegría! nos propone el Salmo. Podríamos decir “Anticipemos la belleza de Cielo cotidianamente”… Hagámoslo todo desde la Alegría que nos da el Señor, alegres de celebrar el nombre del Señor, alabando al Señor y dándole gracias en todo momento.
Responder con frutos de conversión… ¡Acojamos la misericordia de Cristo, su infinita paciencia!, ¡convirtámonos, permanentemente!. Acojamos la oportunidad que se le da a la higuera. ¡Hagamos todos, frente al mal! ¡Eliminemos las junturas mal esambladas, que nos instalan en el egoísmo, en las cadenas del pecado, en la tentación de creernos perfectos y enjuiciar a los otros! Demos fruto para que no nos corten. Recibamos como don todo lo que Dios nos da y respondamos con decisión y generosidad, en la medida de nuestras posibilidades. ¡Crezcamos en nuestra vida espiritual! ¡Para que no nos corten!.
Queridos hermanos canónigos, escuchamos esta Palabra en el día en que un servidor toma posesión de su responsabilidad como Deán de la Catedral de San Cristóbal de La Laguna. ¿nos puede decir algo a nosotros? ¿Ilumina nuestra identidad y misión?
Al Deán, esta Palabra le recuerda que la Cabeza es Cristo. Me recuerda que yo no soy el centro. Que el centro es Cristo, el centro es que estemos unidos a Él en el don de la fe, que crezcamos en el conocimiento del Hijo de Dios, que avancemos hacia la madurez de nuestra vida cristiana, “la madurez que corresponde a la plenitud de Cristo”.
Al Deán, esta Palabra le recuerda el don y la tarea de la comunión fraterna, la construcción fraterna del cuerpo de Cristo en nosotros, la fraternidad de los hermanos. El esfuerzo porque confluyamos fraternalmente, cada uno según sus dones, carismas y oficios encomendados, en una multiforme armonía, la armonía de los que en Cristo quieren ser uno. El Papa Francisco, en la Exhortación sobre la Alegría del Evangelio nos ha dicho: ¡No nos dejemos robar el ideal del amor fraterno! (EG 101). ¡Quiero pediros a todos un testimonio de comunión fraterna que se vuelva atractivo y resplandeciente! (EG 99). Todo, pues, contribuya, en nosotros, al crecimiento en el amor del cuerpo de Jesucristo nuestro Señor. Sin que nadie se sienta mejor o superior que los otros, sin que nadie enjuicie al otro, pidiéndole a Dios, la bendita paciencia de su infinito amor.
Al Deán, esta Palabra le recuerda la centralidad de celebrar el nombre del Señor: de la oración, de la alabanza, de la escucha y anuncio de la Palabra del Señor, de la primacía de la vida de la gracia para que la fe se haga operante en la caridad y caminemos en esperanza sirviendo a los hermanos. A los canónigos se nos encomienda esta iglesia, sede del Obispo, signo de la unidad de toda la iglesia diocesana, que más que ninguna otra iglesia es la casa de todos. Casa, que hemos de ver -como decía Benedicto XVI- no como un mero monumento, sino como una “casa llena de vida” donde nos sentimos efectivamente “en casa”, “casa viva” donde encontramos a Dios y nos encontramos los unos con los otros (Audiencia 21-5-2008).
Se nos encomienda pues, para que sea, por encima de todo, el centro de la vida litúrgica de la diócesis. Se nos encomienda para que sea, casa de oración, testimonio vivo de la oración litúrgica de la Iglesia, casa de la Palabra, casa que sacia la sed de aquellos que acuden a los sacramentos, fuentes de la Salvación. Casa donde recibimos el alimento eucarístico, la misericordia que nos perdona y reconcilia. Casa de todos los diocesanos, casa donde celebran y oran todos los hijos de esta Diócesis. Casa de la fe hecha cultura en las vitrinas del arte, en las paredes y retablos, en los objetos de piedad y devoción. Casa de la fe en diálogo con el pensamiento, la ciencia y las búsquedas humanas, casa que anuncia la Alegría del Evangelio a todos los que buscan.
Hoy, de manera eminente, todo el Cabildo Catedral, todos a manos llenas, hemos de empeñarnos en el mayor desafío de la Iglesia: transmitir la fe, siendo evangelizadores con Espíritu. El Papa Francisco nos exhorta a reavivar, más incisivamente, la misión de proponer a otros el gozo de haber encontrado a Cristo, de proponer la Alegría de creer. También, el Cabildo Catedral está invitado a una Nueva Evangelización con nuevo ardor, nuevos métodos y nuevas expresiones, como nos decía S. Juan Pablo II. También el Cabildo Catedral está convocado a la Conversión personal y pastoral.
Queridos hermanos, pidamos, que Ntra. Sra. de los Remedios nos consiga de su Hijo frescura fraterna, nos consiga mayor fervor y dinamismo misionero en este cambio de época. Ella nos ponga en su Hijo para que remedie nuestros males, ella ponga en nuestro corazón el gozo agradecido de la Alabanza y la pasión por el Evangelio."
Celebrar con gozo el nombre del Señor…. ¡Vayamos alegres a la casa del Señor!, Celebremos el nombre del Señor con alegría! nos propone el Salmo. Podríamos decir “Anticipemos la belleza de Cielo cotidianamente”… Hagámoslo todo desde la Alegría que nos da el Señor, alegres de celebrar el nombre del Señor, alabando al Señor y dándole gracias en todo momento.
Responder con frutos de conversión… ¡Acojamos la misericordia de Cristo, su infinita paciencia!, ¡convirtámonos, permanentemente!. Acojamos la oportunidad que se le da a la higuera. ¡Hagamos todos, frente al mal! ¡Eliminemos las junturas mal esambladas, que nos instalan en el egoísmo, en las cadenas del pecado, en la tentación de creernos perfectos y enjuiciar a los otros! Demos fruto para que no nos corten. Recibamos como don todo lo que Dios nos da y respondamos con decisión y generosidad, en la medida de nuestras posibilidades. ¡Crezcamos en nuestra vida espiritual! ¡Para que no nos corten!.
Queridos hermanos canónigos, escuchamos esta Palabra en el día en que un servidor toma posesión de su responsabilidad como Deán de la Catedral de San Cristóbal de La Laguna. ¿nos puede decir algo a nosotros? ¿Ilumina nuestra identidad y misión?
Al Deán, esta Palabra le recuerda que la Cabeza es Cristo. Me recuerda que yo no soy el centro. Que el centro es Cristo, el centro es que estemos unidos a Él en el don de la fe, que crezcamos en el conocimiento del Hijo de Dios, que avancemos hacia la madurez de nuestra vida cristiana, “la madurez que corresponde a la plenitud de Cristo”.
Al Deán, esta Palabra le recuerda el don y la tarea de la comunión fraterna, la construcción fraterna del cuerpo de Cristo en nosotros, la fraternidad de los hermanos. El esfuerzo porque confluyamos fraternalmente, cada uno según sus dones, carismas y oficios encomendados, en una multiforme armonía, la armonía de los que en Cristo quieren ser uno. El Papa Francisco, en la Exhortación sobre la Alegría del Evangelio nos ha dicho: ¡No nos dejemos robar el ideal del amor fraterno! (EG 101). ¡Quiero pediros a todos un testimonio de comunión fraterna que se vuelva atractivo y resplandeciente! (EG 99). Todo, pues, contribuya, en nosotros, al crecimiento en el amor del cuerpo de Jesucristo nuestro Señor. Sin que nadie se sienta mejor o superior que los otros, sin que nadie enjuicie al otro, pidiéndole a Dios, la bendita paciencia de su infinito amor.
Al Deán, esta Palabra le recuerda la centralidad de celebrar el nombre del Señor: de la oración, de la alabanza, de la escucha y anuncio de la Palabra del Señor, de la primacía de la vida de la gracia para que la fe se haga operante en la caridad y caminemos en esperanza sirviendo a los hermanos. A los canónigos se nos encomienda esta iglesia, sede del Obispo, signo de la unidad de toda la iglesia diocesana, que más que ninguna otra iglesia es la casa de todos. Casa, que hemos de ver -como decía Benedicto XVI- no como un mero monumento, sino como una “casa llena de vida” donde nos sentimos efectivamente “en casa”, “casa viva” donde encontramos a Dios y nos encontramos los unos con los otros (Audiencia 21-5-2008).
Se nos encomienda pues, para que sea, por encima de todo, el centro de la vida litúrgica de la diócesis. Se nos encomienda para que sea, casa de oración, testimonio vivo de la oración litúrgica de la Iglesia, casa de la Palabra, casa que sacia la sed de aquellos que acuden a los sacramentos, fuentes de la Salvación. Casa donde recibimos el alimento eucarístico, la misericordia que nos perdona y reconcilia. Casa de todos los diocesanos, casa donde celebran y oran todos los hijos de esta Diócesis. Casa de la fe hecha cultura en las vitrinas del arte, en las paredes y retablos, en los objetos de piedad y devoción. Casa de la fe en diálogo con el pensamiento, la ciencia y las búsquedas humanas, casa que anuncia la Alegría del Evangelio a todos los que buscan.
Hoy, de manera eminente, todo el Cabildo Catedral, todos a manos llenas, hemos de empeñarnos en el mayor desafío de la Iglesia: transmitir la fe, siendo evangelizadores con Espíritu. El Papa Francisco nos exhorta a reavivar, más incisivamente, la misión de proponer a otros el gozo de haber encontrado a Cristo, de proponer la Alegría de creer. También, el Cabildo Catedral está invitado a una Nueva Evangelización con nuevo ardor, nuevos métodos y nuevas expresiones, como nos decía S. Juan Pablo II. También el Cabildo Catedral está convocado a la Conversión personal y pastoral.
Queridos hermanos, pidamos, que Ntra. Sra. de los Remedios nos consiga de su Hijo frescura fraterna, nos consiga mayor fervor y dinamismo misionero en este cambio de época. Ella nos ponga en su Hijo para que remedie nuestros males, ella ponga en nuestro corazón el gozo agradecido de la Alabanza y la pasión por el Evangelio."
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