martes, 26 de marzo de 2013

"FIADOS DE DIOS, RENOVAMOS NUESTRO SÍ A SU LLAMADA"

El Obispo ha presidido este Martes Santo en la Sede Catedral la llamada ‘Misa Crismal’, una de las máximas manifestaciones de la Iglesia, pueblo de Dios, en sus diversos carismas y ministerios. Unos ciento cincuenta sacerdotes venidos de las cuatro islas que componen la diócesis concelebraron con el prelado nivariense para quien “fiados de Dios renovamos nuestro sí a su llamada”. Y es que, en esta Misa, los sacerdotes renovaron las promesas realizadas en el día que recibieron la ordenación presbiteral. 
 
Además, en esta singular celebración, Bernardo Álvarez consagró el santo Crisma y bendijo los óleos de los catecúmenos y de los enfermos, que se distribuyen ahora por las 312 parroquias de la diócesis. 
El obispo en la homilía resaltó, fundamentalmente, la acción de Dios en todos los miembros de la Iglesia, “lo que Dios hace en nosotros”- dijo-. Igualmente indicó que era una jornada para “felicitarnos mutuamente por los dones de Dios para todo el pueblo. Felicitarnos por nuestro Sí al Señor, por nuestra fidelidad y perseverancia en la fe y el seguimiento del Señor, porque hoy entre nosotros sigue cumpliendo su Palabra”. Renovamos nuestro sí, por la fuerza del Espíritu, “no a un estado de vida, ni a una regla o a un programa, sino al Señor, a la persona de Jesucristo, y porque queremos ser fieles a Él, vamos conformando nuestra vida con la suya”- propuso Álvarez fundamentalmente a los sacerdotes. 
 Para ello, el prelado recordaba que los sacerdotes han de proseguir realizando su misión, su servicio: predicando, celebrando y practicando la caridad, esto es, anunciando e instaurando el Reino de Dios, acogiéndolo y haciendo que continúe creciendo mediante la práctica de la caridad. 
En el transcurso de la celebración se oró por el eterno descanso del obispo emérito, Felipe Fernández y del sacerdote Fray Miguel Serrano, que fallecieron desde la última Misa Crismal. Igualmente, se tuvo presente a aquellos presbíteros que cumplen su bodas de oro sacerdotales: Juan Pérez, Manuel Bethencourt y Tomás Santamaría, y sus bodas de plata: Antonio Murillo, Manuel González, Joaquín Herba y Manuel Trujillo (diácono permanente). El obispo también dio gracias por últimos sacerdotes ordenados: Airán Expósito, Antonio Delegado y Julián Azcárate.

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