
Lo más importante no es lo que vemos,
leemos, ni tan si quiera los hechos acaecidos, sino las actitudes que esos
hechos generan en nosotros, en cada persona. Las actitudes con las que Jesús
afronta su pasión y muerte, y las actitudes que generan en los que la
celebramos, aquí y ahora. Este es el mensaje central que el Obispo Nivariense
ha querido proponer este Domingo de Ramos, pórtico de la Semana Santa.
La celebración central de este día:
Domingo de Ramos en la Pasión del Señor, comenzó en la ciudad episcopal a las
diez de la mañana con la bendición de las palmas y olivos el exterior de la
iglesia del hospital de Dolores. Allí ante un buen número de fieles comenzaba
la celebración litúrgica del día, que prosiguió con la procesión que actualiza
la entrada de Jesús en Jerusalén. La misma se desarrolló hasta la sede
provisional de la Catedral, el templo de La Concepción, donde se continuó la
Eucaristía centrada, en esta jornada, en la lectura de la Pasión de Nuestro Señor
Jesucristo según S. Marcos.
Ante la Pasión de Cristo, contemplada
y meditada - señala el Obispo Bernardo Álvarez, "no se puede permanecer
neutral, como tampoco se puede uno quedar indiferente ante la debilidad y el
dolor humano. Ni entonces, ni ahora, la Pasión y Muerte de Jesucristo es un
espectáculo para representar y ver. Su pasión nos interpela y pone al
descubierto nuestra parte de culpa en el sufrimiento ajeno, así como la
mezquindad de las pasiones que anidan en nuestro corazón. Si no queremos ser
meros espectadores, fijándonos en Cristo y en los que le rodean en su pasión,
tenemos que hacernos estas preguntas: ¿De parte de quién estoy yo? En relación
a Cristo, ¿con qué personajes de la pasión me identifico yo en este momento de
mi vida?"
Los pasos procesionales y las
representaciones de la Pasión del Señor - señala Álvarez - "son un anuncio
del evangelio y deben servir a todos, creyentes o no, para dejarse penetrar
interiormente por los hechos y actitudes que las imágenes representan. Más allá
de las imágenes y escenas, debemos ver la historia real que ocurrió entonces y
que sigue repitiéndose hoy en millones de personas que en todo el mundo son
víctimas de la injusticia, el odio y la violencia, como lo fue Jesús. No
podemos olvidar las palabras del propio Cristo: "los que hacéis a uno de
estos, mis humildes hermanos, a mi me lo hacéis".
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